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Julio Vicente Cortez Touriz

Amaba escuchar música: Rafael, José José y Pedro Infante eran sus favoritos. Su buen oído musical lo convirtió en promotor de artistas en la desaparecida Industria Fonográfica Ecuatoriana Sociedad Anónima (Ifesa). Su colección de billetes y estampillas antiguas permanecen junto a las decenas de discos de vinil que guardaba en la sala de su casa y escuchaba junto a Josefina, su madre, quien ahora tiene 89 años, con quien vivía. ‘Coté-Coté’, como lo llamaban sus hijos, era tierno y cariñoso. Sus últimos años trabajó como vendedor de servicios funerarios para la Junta de Beneficencia de Guayaquil. El 20 de marzo salió al banco a cobrar su jubilación. Fernanda, su hija mayor, le pidió que no saliera por temor a que se contagie, pero él no la escuchó. “Mi papá se creía inmortal y pensó que nunca le pasaría”. Once días después falleció en su casa, ubicada en Sauces 2, en el norte de Guayaquil. El

Carlos Burbano Freire

Memorias Vivas