Eduardo Tigua Castro
Médico psiquiatra y psicólogo clínico. Un hombre coherente, de reflexiones lúcidas, creyente y dueño de un peculiar sentido del humor. Fue muy reconocido por su trabajo como psicólogo deportivo en los clubes del Astillero, aunque nunca ocultó que el Barcelona de Guayaquil fue su equipo predilecto.
Eduardo Tigua Castro también se sentía orgulloso de ser un vicentino de cepa (de la promoción de 1974 del Colegio Vicente Rocafuerte), y de haber sido integrante de la Banda de Guerra de los exalumnos.
“Siempre sonriendo, dándonos abrazos ‘efervescentes’ -así les decíamos. Las charlas profesionales, los planes para el nuevo consultorio…”, rememora Jhonson Sáenz. Muchos lo recuerdan también por sus curiosas reflexiones sobre la cotidianidad. Solía decir que tenía la misión divina de que todas las personas que se le acerquen sufran menos y, si pueden, que sean felices. En medio del dolor por su partida, ocurrida este 1 de mayo, decenas de personas que compartieron una conversación con él, extienden sus condolencias a sus hijos, Eduardo y Saray.